Efecto invernadero

La atmósfera que envuelve nuestro planeta, juega un papel crítico para mantener estable
la temperatura de la Tierra y al parecer se está volviendo en nuestra contra debido a que se ha convertido en una trampa de calor. Como en un invernadero de plantas o flores, cubierto de cristales o plásticos que lo protegen del exterior, la atmósfera absorbe parte de la radiación de onda larga que emite la Tierra e irradia energía hacia el planeta. Si la atmósfera no existiera, la temperatura de la Tierra sería muy baja, como lo es en los planetas que no poseen atmósfera. La Tierra se calienta gracias a la energía del Sol. Cuando esta energía llega a la atmósfera, una parte es reflejada de nuevo al espacio, otra pequeña parte es absorbida, y la restante llega a la Tierra y calienta su superficie. Pero cuando la Tierra refleja a su vez la energía hacia la atmósfera, ocurre algo diferente. En lugar de atravesarla y llegar al espacio, los gases de la atmósfera absorben una gran parte de esta energía. Esto contribuye a mantener caliente el planeta. De esta manera, la atmósfera deja que la radiación solar la atraviese para calentar la Tierra, pero no deja salir la radiación que la Tierra irradia hacia el espacio. En un invernadero ocurre lo mismo, salvo que en el mismo se utiliza cristal, en vez de gases, para retener el calor. Por eso llamamos a este fenómeno efecto invernadero.
El efecto invernadero es una condición natural de la atmósfera de la tierra. Algunos gases,
tales como: el vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), los clorofluorocarbonados (CFC), el óxido de nitrógeno (N2O) y el ozono de la troposfera, son llamados gases invernadero, pues ellos atrapan el calor del sol en las capas inferiores de la atmósfera. Sin ellos, nuestro planeta se congelaría y nada podría vivir en él.
Estos gases cumplen la función de mantener la temperatura media adecuada para la
Tierra, a pesar de que la misma varíe mucho de un lugar a otro. Si estos gases aumentaran, retendrían demasiado calor, provocando el recalentamiento del Planeta.
La actividad industrial está cambiando la estructura de la atmósfera y a medida que se producen y liberan en la atmósfera ciertos gases, como el dióxido de carbono, absorben mayor cantidad de la radiación terrestre y envían más de vuelta a la Tierra. Esta energía, que de no ser por esto se escaparía inocuamente en el espacio, ya está elevando la temperatura de la superficie terrestre, si bien hasta ahora parece mínima, en 0.5 ºC.
Al quemar combustibles que contienen carbono (petróleo, carbón, gas, etc.), la actividad
humana está añadiendo un exceso de gases de invernadero a la atmósfera. Esto provocó un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera en casi una tercera parte a lo largo de los últimos 200 años.
La complejidad del clima de la Tierra hace imposible saber con exactitud qué es lo que va
a pasar. Científicos del clima han señalado que puede haber un aumento del número de tormentas y de su intensidad, sequías cada vez más severas, una subida en el nivel del mar, más incendios forestales y una mayor frecuencia de inundaciones y riadas. También podrían darse consecuencias secundarias, como la extensión de plagas y enfermedades hacia nuevas zonas debido a cambios en el clima que las favorezcan. De seguir las tendencias como hasta ahora, respecto del incremento de las concentraciones de los gases de efecto invernadero, se estima que para el año 2030 la temperatura global de la Tierra aumentará entre 1.5 y 4.5 ºC.
Al parecer estas temperaturas que se antojan bajas, podrían no significar mucho en la variación de la temperatura promedio de un día típico de primavera o verano, incluso en invierno, en el ambiente que acostumbramos convivir. Sin
embargo, por si mismas bastarán para ejercer un efecto, desafortunadamente negativo,
considerable sobre el clima mundial.
El nivel de la lluvia también se vería afectado. El índice de evaporación aumentaría y el nivel de lluvia aumentaría entre 7 y 11% anual. Los inviernos de las zonas templadas podrían hacerse más húmedos, y los veranos más secos. Las zonas tropicales también se volverían más húmedas, pero las subtropicales, secas ya de por sí, se volverían aun más secas.
Para cuando podamos conocer más detalladamente los riesgos que comporta el calentamiento por efecto invernadero, es posible que hayan empezado a producirse complejos procesos de retroacción, ante los que estaremos indefensos. Aun sin la presencia de tales procesos de retroacción es posible que no podamos aclimatarnos plenamente a un clima cambiado. El problema sobre todo consiste en evaluar estos riesgos y las consecuencias de no emprender ninguna acción.
Cómo el dióxido de carbono aumenta el efecto invernadero.
El dióxido de carbono se comporta ante la radiación como el vidrio de un invernadero,
dejando pasar el calor hacia el interior pero no hacia el exterior. Consecuencia de ello es que se produce un calentamiento de la tierra y de la capa de la atmósfera que recibe el nombre de efecto invernadero.
Desde la revolución agrícola del Neolítico, con su actividad modificadora de las condiciones ambientales, el hombre ha interferido indirectamente en el contenido de dióxido de carbono de la atmósfera.
Hoy se estima que, a través de la quema de carbón, petróleo y demás combustibles fósiles, así como por la general deforestación, el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado un 25 por ciento, lo cual genera una tendencia hacia el recalentamiento general de la troposfera produciendo el denominado efecto invernadero. Ahora bien, el sistema Tierra-atmósfera cuenta a la vez con potentes mecanismo reequilibradores, que atenúan este proceso.
Así, el intercambio de dióxido de carbono entre la atmósfera y el océano funciona como un gran estabilizador al reducir, en torno a un 50 por ciento, las oscilaciones en la proporción de este gas en la atmósfera.
Los seres vivos al respirar, consumen oxigeno del aire y desprenden dióxido de carbono. Lo mismo ocurre con cualquier tipo de combustión, como por ejemplo la, de la gasolina, carbón o madera. En contraposición, las plantas, mediante la fotosíntesis aprovechan el dióxido de carbono para elabora sustancias nutritivas y desprenden oxigeno. De esta forma se mantiene en la atmósfera un equilibrio entre ambos gases el cual ha sido prácticamente constante hasta nuestros días, pero el desarrollo industrial ha provocado un aumento considerable de la cantidad de dióxido de carbono contenido en el aire, mientras que la tala de bosques ha reducido la del oxigeno generado por la vegetación. Se calcula que una duplicación del porcentaje normal de dicho gas, podría causar un aumento medio global en la temperatura, lo cual podría causar deshielos, aumento del nivel del mar e inundaciones.

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